Deseo 21
Un poco tarde, tan solo un poco, me dispuse a tener un sábado mas o menos productivo, me sentí lleno de savia creativa, así que metí mis piernas en un pants gris con franjas verdes/amarilas/rojas que dice en un costado "jamaica" y mi playera de freakingtek; el uniforme institucional de la creatividaD y EmprendimientHo.
Deseaba terminar 3 o 4 proyectos y era hora de apresurarse, caminaba ya dispuesto para hacer mi arribo al Campus Central de Veracruz y cruzaba por el parque de los skates, bmxers y rollers, agende para hoy en la tarde ir a patinar al parquecito y quizá darme uno que otro buen sentón o quizá mejor, hacerme otra cicatriz y ayudarle un poco a esa simetría incomprendida de mi rostro.
Aborde un camión que decía R2, saqué 10 pesos de mi bolsillo derecho y el chofer me devolvía monedas y un papel como de celefán verde que era el intento de un boleto barato. Al tocar la textura inequivoca del boleto, recordé perfecto una época, a la que yo llamo "la época de la cosquilla" en donde platicaba con mi madre y me contaba sus aventuras en la facultad de Ciencias Físicas-Matemáticas y de la teorizada y rebuscada teoría de la suma de los elementos de un boleto de camión, mismos que al sumar 21, podían ser canjeados por un beso de la deseada o amada o pretendida o encaprichante.
Para ese entonces, a mí me gustaba mucho una muchacha de nombre Jessica y, comencé a subir a los camiones en busca del tan buscado 21 que solucionaría la distancia enorme que separaba su boca de mis ganas de besarla. La historia, según mal recuerdo, no se resolvión con el boleto.
Por un tope mal enfrentado e inmediatamente después de ese corto viaje al pasado, recobré el sentido consiente y por mera casualidad miré un 000795 que había en mi ticket y mi mente, atrofiada pero aún con algunas capacidades matemáticas, aún sumó 7 + 9 = 16 + 5 = 22... ah noO ! = 21 ! Creo que mi mente había errado a propósito en su primer intento de adición por considerar demasiado buena la circunstancia.
Venía caminando con paso firme después de mi bajada del bus y aún con la textura pequeña y suave en la mano derecha ví pasar a un anciano que llevaba colgadas del hombro a dos gallinas, una en el pecho y la otra en la espalda y pensé (no sé por que), en lo que uno vive cuando tiene a alguien tan cerca, recordé que hace no mucho, yo tenía a una bebé y cuando la notaba ansiosa, la acercaba a mí para que oyera cuan fuerte latía mi corazón cuando ella estaba cerca, después los corazónes latían unisonos, como cuando recordabamos canciones de películas de Disney y sin coordinación ni entonación las cantabamos juntos; después se ponía tranquila, me abrazaba y a veces también me besaba.
Después de pasar al lado del señor de las gallinas, hice bolita el boleto y lo tiré, vi como se quedó quieto en el pavimento y ningún aire le hizo caso para llevarlo a viajar; me acordé de tantas cosas que tengo que hacer...
Deseaba terminar 3 o 4 proyectos y era hora de apresurarse, caminaba ya dispuesto para hacer mi arribo al Campus Central de Veracruz y cruzaba por el parque de los skates, bmxers y rollers, agende para hoy en la tarde ir a patinar al parquecito y quizá darme uno que otro buen sentón o quizá mejor, hacerme otra cicatriz y ayudarle un poco a esa simetría incomprendida de mi rostro.
Aborde un camión que decía R2, saqué 10 pesos de mi bolsillo derecho y el chofer me devolvía monedas y un papel como de celefán verde que era el intento de un boleto barato. Al tocar la textura inequivoca del boleto, recordé perfecto una época, a la que yo llamo "la época de la cosquilla" en donde platicaba con mi madre y me contaba sus aventuras en la facultad de Ciencias Físicas-Matemáticas y de la teorizada y rebuscada teoría de la suma de los elementos de un boleto de camión, mismos que al sumar 21, podían ser canjeados por un beso de la deseada o amada o pretendida o encaprichante.
Para ese entonces, a mí me gustaba mucho una muchacha de nombre Jessica y, comencé a subir a los camiones en busca del tan buscado 21 que solucionaría la distancia enorme que separaba su boca de mis ganas de besarla. La historia, según mal recuerdo, no se resolvión con el boleto.
Por un tope mal enfrentado e inmediatamente después de ese corto viaje al pasado, recobré el sentido consiente y por mera casualidad miré un 000795 que había en mi ticket y mi mente, atrofiada pero aún con algunas capacidades matemáticas, aún sumó 7 + 9 = 16 + 5 = 22... ah noO ! = 21 ! Creo que mi mente había errado a propósito en su primer intento de adición por considerar demasiado buena la circunstancia.
Venía caminando con paso firme después de mi bajada del bus y aún con la textura pequeña y suave en la mano derecha ví pasar a un anciano que llevaba colgadas del hombro a dos gallinas, una en el pecho y la otra en la espalda y pensé (no sé por que), en lo que uno vive cuando tiene a alguien tan cerca, recordé que hace no mucho, yo tenía a una bebé y cuando la notaba ansiosa, la acercaba a mí para que oyera cuan fuerte latía mi corazón cuando ella estaba cerca, después los corazónes latían unisonos, como cuando recordabamos canciones de películas de Disney y sin coordinación ni entonación las cantabamos juntos; después se ponía tranquila, me abrazaba y a veces también me besaba.
Después de pasar al lado del señor de las gallinas, hice bolita el boleto y lo tiré, vi como se quedó quieto en el pavimento y ningún aire le hizo caso para llevarlo a viajar; me acordé de tantas cosas que tengo que hacer...
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