jueves, diciembre 02, 2004

Lo Visual

Alguna vez estaba sentado en una montaña de piedras blancas con la frente sudada y los pies dolidos, callado, escuchando el crujir de las hojas volando y observando como la fogata del sol se extinguía en un ocaso que ojala, yo lo deseaba, fuera interminable, ahí conocí la envidia, quería tener la facultad, así como el cuento de "El Principito", de moverme solo unos metros para tener un nuevo ocaso y así, envidiaba con fuerza a los que lo podían ver ese mismo ocaso en otra parte del mundo, claro, sin tener que esperar un día entero para encontrarse con otro nuevo.
Y así me fuí enamorando de mi mundo visual, el que se observaba con los ojos del cuerpo; hasta que otro día, desilusionado me dí cuenta de que el deseo ocasionado por mirar con los ojos solo me conducía a pensar que "Sí nuestros deseos son insaciables (porque así lo son), para el hombre no existe la palabra "suficiente": eso ocurre en mí. ¿Qué queremos? Todo. ¿Cuándo lo queremos? Ya. Así vivimos muchos nuestras vida: otra vez yo estoy a menudo ahí.

Hay algunas cosas de las que no puedo aún desprenderme, objetos que me producen placeres visuales y de los que algunas veces desearía tener contemplaciones infinitas: están las estrellas cuando el cielo se despeja, las flores cuando el viento las arrulla, la brisa juguetona y tibia cuando vuela a las hojas, (confunde y esclaviza, esa, la sensación de respirar muy hondo o de sentirte interminablemente relajado, que siempre se produce: mis visiones...) que además, y en esas cosas que me transforman en una mueca floja y unos ojos caídos (que sueñan lejos y muy bello), está tu sonrisa que se abre y cierra como mariposa despertando en las mañanas, y yo la invoco, en verdad, ¿aventurero hombre de fé seré?, aunque no siempre llegue o llegue con una mala dirección.

Siento así, ser lo que soy cuando soy así, tener que recordar que no eres infinita como el mar ni tan alta como las nubes, enojarme por saberte mundana y lejana; ahí tú en el panorama peleando por dejar tu saliba en caramelos ajenos y apretando con tu cuerpo a otro por liberarte en juegos según yo, sin sentido; son simplemente sentidos de felicidad tuyos que por absurdo y frío no entiendo, que por egoísta y soberbio me absortan, solo antisentimientos me produce ver tu risa colocada en miles de partes que disparas sin atinarme, en definitiva, me ocurres y te recreo igual que cuando quiero guardar la visión de las mañanas frías tan nublosas y únicas de Fortín o cuando las estrellas fugaces caen penosas y las quiero guardar en una cajita de madera.
Al final, supe que no es que tus juegos sean sin sentido, sino que soy yo el que lo pierde cuando los veo de lejos.

Lo siento otra vez, se me olvida que al final de todos los cuentos, siempre hay alguien descontento con soñar o ser soñado.

Espera lector y no cierres aún esta ventana, ya sé la dirección a la que quiero llegar...: "No esperes nada nunca de nadie y da lo mejor de lo que tengas desinteresadamente"; pero...(¿Siempre tiene que haber un "pero"?) uno se siente tan común y ordinario cuando no es nada para nadie... que... dan ganas de escribir para contarlo, pese a intrínsecamente estar esperando que alguién te lea y, en este paroxismo de la existencia, continuar así en la caída infinita de inevitablemente ser feliz cuando eres algo para alguién ... sobre todo sí él lo es para tí.

Oyendo...

Gente preocupada en la biblioteca (Exámenes Finales?)

Pensando...

Vacuidad en sus extremos

Pendientes...

Infinitos...

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

si eres algo para mi.

3:41 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home

eXTReMe Tracker